Ciudad Abierta
Recorriendo la interacción natural y construida

Observando el encuentro de la obra en lo natural a partir del borde que esta construye, a través de la contra forma de lo construido y el no aparecer de lo propiamente obra, se encuentra como primer instante los bordes ocultos tras lo natural. A través del juego de la ausencia de la imagen y el ir encontrándose con las partes hasta conformar un total se busca que el lector experimente el encuentro de la Ciudad Abierta desde el estado de “suspensión”, similar a lo acontecido en uno de los actos de apertura de estos terrenos.

El exterior en el que se descubren los límites de lo construido

"El acto tomó esta forma. Todos quedaron sin ojos. Fueron vendados a excepción hecha de uno que guiaba el grupo ciego. Esto traía consigo la absoluta disponibilidad, es decir, la desorientación cabal porque nadie veía nada y una fianza total en quien lo guiaba. A quien entraba en tal juego se le creaba un estado de suspensión, que en la simple historia diaria se guarece en un juego de niños, el juego de la gallina ciega. El estado de suspensión, en la absoluta disponibilidad y fianza, provoca corporalmente el estado de arjé, que no es palpablemente un principio, sino más allá de la voluntad, el intelecto, la imaginación, la memoria y el instinto, una inescrutable vigilia."



En el acto de acercarse comienzan a clarificarse los rasgos constructivos característicos del borde de la periferia del cementerio, el quiebre ortogonal descendiente, que difiere de las características del ritmo natural y permite reconocer un indicio de la obra. La obra irrumpe el espacio natural, mas la irrumpe constructivamente.

"…la interrupción la tengo que inventar y tiene que ser coherente en su incoherencia"