Ciudad Abierta - Agora 7.1.1971

Godofredo Iommi

Otras consecuencias

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Cuanto hemos visto hasta aquí del vínculo entre palabra y lugar o apertura poética de los terrenos da, también, luz sobre la posibilidad concreta de construir la ciudad abierta.

Cuando la abertura existe y se sostiene, muchas coordenadas que parecen disímiles entre sí o contradictorias con la abertura misma se reencuentran, y se reencuentran sin amalgamarse.

En la abertura los obstáculos se padecen pero, de suyo, no constituyen obstrucción. Se diría que una suerte de metamorfosis los revela en aquello que guardan de más propio y real y de ese modo los incorporan a la realidad que, por abierta, es constantemente inaugurada. En verdad, éste es el sentido y, acaso, el fundamento de nuestro rechazo a toda clase de violencia agresiva.

He aquí un ejemplo: En los planes urbanísticos intercomunales u otros, las arenas son generalmente concebidas como playas y se las asigna a recreación. La recreación es generalmente entendida como distensión, distracción respecto del trabajo. Mucho se ha escrito, y sobre todo en los últimos decenios, sobre el problema del «ocio» cuando las máquinas absorban la mayor parte del trabajo «intelectual» del hombre. En esas concepciones, la recreación y el ocio suelen ser términos casi opuestos o complementarios del trabajo porque implican una comprensión sectorizada de la existencia.

Las arenas vistas en el acto poético de apertura de los terrenos recogen la recreación pero en un sentido más cabal.

Las arenas, allí, nos dicen que la re-creación es este incesante volver a no saber. Es decir, el fundamento o estado o estatuto mismo del terreno y de la ciudad abierta. En tal estado el trabajo no es complemento ni opuesto del ocio, como no lo es del estudio, de las edades, de la existencia misma, porque en tal estado la vida se juega en su multiplicidad genuina y se juega –precisamente– porque ella es nada más que juego.

No tuvimos fecha. El día 20 de Marzo de 1969, indicado desde Francia, no buscado por nosotros, ajeno a todo voluntarismo decidido, no pudimos alcanzarlo. Y esa fecha, tal vez, como aquel cometa que vimos pasar durante la jornada del último acto poético de apertura de terrenos, no vuelve hasta dentro de cien años.

Sabemos que en nuestra apertura –si es que ella es fundación– no hubo fecha propuesta y cumplida. Acaso esa inaprehensibilidad también nos hable poéticamente de la desvinculación honda que pueda existir entre voluntad y fundación. Y esa suerte de rasgadura sea, a la postre, la real abertura sin fondo, el abismo de libertad, la realidad de nuestras arenas, de su incesante volver a no saber.

Bases del partido arquitectónico de la Ciudad Abierta

Orientación. El propio norte americano.

La Ciudad Abierta no puede pensarse ni trazarse en y con la visión de América según el Norte Sur convenido en la actualidad. Ella ha de pensarse y trazarse en la América que trae consigo su propio Norte tal como lo reveló Amereida:

porque anoté cuatro estrellas enfiguradas como una almendra que tenían poco movimiento Am. I, pg 34. ellas abren en su cruz todos los puntos cardinales el norte la designa sur pero ella no es el sur porque en este cielo americano también sus luces equivocan la esperanza - regalo o constelación para encender de nuevo el mapa Am. I, pg 37. y más que sur ¿no es ella nuestro norte? Am. I, pg 41.

Esta nueva orientación trae para nosotros en Chile, una primera consecuencia. Que Chile asuma su vocación ante el Pacífico, según esa orientación. Es decir, que si tal orientación le reveló a América la existencia de continentalidad como mar interior, Chile configurado sobre 4.500 kilómetros de costa en el Pacífico, se juega en la vinculación del mar interior y Océano.

En el trabajo sobre el Pacífico, que presentamos en la Conferencia sobre ese Océano realizada en Viña del Mar, dijimos que el único modo de estar en el Pacífico, para América, era según su propio mar interior. Así como Thales midió la pirámide egipcia midiendo su sombra, con una auténtica invención geométrica, así, y sólo así, nos parece que América reorientada puede saber y asumir el Pacífico. Por otra parte, en los fundamentos de la Avenida del Mar, hemos señalado el modo cómo Chile se configuró en América y cómo realmente viene a ser para América este rostro y vínculo con el Pacífico.

La Ciudad Abierta recoge este fundamento y se da en ese llamado, por eso se coloca en el mismo borde del Océano, aquí, en Chile, en el remate mismo de la travesía de esta parte de su mar interior que va del Atlántico al Pacífico.

La primera consecuencia de esta afirmación –mar interior y Océano Pacífico– es para la Ciudad Abierta la siguiente:

La Ciudad Abierta tiene hoy múltiples relaciones –París, Auroville en la India, etc.– y tendrá muchísimas más en este mundo realmente mundial. Pero hay una relación especial y específica. La relación con la Ciudad de Santa Cruz que Amereida nos revela como la capital de la continentalidad Americana.

¿no vivimos en los bordes – mudas aún alejo las señas de alvar núñez cabeza de vaca - y de su ñuflo - que sin ya bajar ni remontar ni salir se dio continente para entrar hasta su propia cruz? Am. I, pg 18.